¿Qué hacemos con más de setenta niños y niñas inscritos en el
encuentro? ¿Cómo los atendemos adecuadamente para que disfruten como los
adultos y sus familias estén tranquilas mientras escuchan las charlas? Cuando
se empezó a planificar este día en ningún momento soñábamos con un número tan
elevado de afluencia y, por supuesto, en ningún caso pensábamos en la cantidad
de menores que tendríamos.
La idea inicial era que Vicky de Sus hiciera un taller de ilustración
con la misma técnica utilizada en Mi
madre es una bruja para los asistentes y, si eran más de quince, montar un
taller paralelo conmemorando el veinticinco aniversario de Elmer. El resultado
final fue que Vicky, con la ayuda de Sara, hicieran dos talleres con veintidós
niños de una hora cada uno en al aula de plástica. Mientras, a cargo de Belén,
José Luís y Celia en la biblioteca escolar, el otro grupo almorzaba, escuchaba
el cuento de Elmer y decoraban un enorme elefante con las coloridas huellas de
sus manos y algunas bonitas frases.
No muy lejos de allí, en el edificio de infantil, los casi veinticinco
menores de siete años dramatizaban la historia de Elmer y pintaban un
espectacular mural con la inestimable ayuda de Montse y
Pilar. Además de almorzar y jugar y cantar en el recreo.
Después de comer, mientras los mayores nos enrollábamos, que es lo que
nos gusta en estos encuentros, Sandra Araguás realizó un cuentacuentos para
todos ellos en la sala de Campanilla.
Agradecemos especialmente a estos adultos que tan gustosamente se
ocuparon de los niños y nos permitieran al resto disfrutar de las charlas
programadas, ¡muchas gracias!
Debido a no tener la autorización no hemos publicado las fotos en las que aparecen niños y niñas que no sabemos seguro que sus familias lo permiten.
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